Las
identidades trans, abarcando variadas realidades, hacen referencia,
de manera conjunta, a todas aquellas personas que viven una identidad
de género no-normativa, o sea, que difiere de la socialmente
esperada. En otras palabras, se trata de personas que nacieron con
genitales masculinos, por lo que le sociedad espera que vivan como
hombres, pero que deciden expresarse como mujeres; y de personas que
nacieron con genitales femeninos, por lo que la sociedad espera que
vivan como mujeres, pero que deciden expresarse como hombres.
Lo
central de esta visión no es haber nacido en un “cuerpo
equivocado”, sino en una sociedad equivocada, ya que la sociedad no
acepta la existencia y expresión de estas identidades de género
no-normativas. Bajo este término, se incluyen las denominaciones de
transexuales, transgéneros, travestis e, incluso, intersex (en el
entendido en que estas personas, al ser asignadas a un determinado
sexo al nacer, pueden crecer con una identidad de género
no-normativa.
Las
identidades trans se caracterizan, en su diversidad, por algunos
rasgos comunes: se trata, en todos los casos, de personas que se
reconocen a sí mismas en un género diferente al que les fuera
asignado al nacer, o que incluso no se reconocen con ningún genero.
Este
reconocimiento se acompaña además, por lo general, de la adopción
de un nombre propio, así como de distintos rasgos expresivos
asociados habitualmente al género o géneros con los que se
identifican (tales como la vestimenta, el arreglo del cabello, el
maquillaje, etc.) y de posibles modificaciones corporales a través
de medios biotecnológicos específicos (en particular, la
administración de hormonas y/o siliconas quirúrgicas o
industriales).
Sin
embargo, un rasgo común al que se enfrentan es el destino social que
implica para quienes las encarnan –un destino que incluye, para una
mayoría abrumadora de trans, el no reconocimiento jurídico de su
identidad de género, la expulsión temprana del hogar, la
incorporación al trabajo sexual, la exclusión radical de los
sistemas educativos y de salud, de las posibilidades del trabajo y de
la vivienda, la discriminación generalizada, la criminalización, el
hostigamiento, la persecución y la violencia policial, la tortura,
el asesinato, así como la indiferencia, la complicidad y el olvido
de las sociedades que las ven aparecer y desaparecer cotidianamente.