¿Qué son las identidades trans?


Las identidades trans, abarcando variadas realidades, hacen referencia, de manera conjunta, a todas aquellas personas que viven una identidad de género no-normativa, o sea, que difiere de la socialmente esperada. En otras palabras, se trata de personas que nacieron con genitales masculinos, por lo que le sociedad espera que vivan como hombres, pero que deciden expresarse como mujeres; y de personas que nacieron con genitales femeninos, por lo que la sociedad espera que vivan como mujeres, pero que deciden expresarse como hombres.

Lo central de esta visión no es haber nacido en un “cuerpo equivocado”, sino en una sociedad equivocada, ya que la sociedad no acepta la existencia y expresión de estas identidades de género no-normativas. Bajo este término, se incluyen las denominaciones de transexuales, transgéneros, travestis e, incluso, intersex (en el entendido en que estas personas, al ser asignadas a un determinado sexo al nacer, pueden crecer con una identidad de género no-normativa.

Las identidades trans se caracterizan, en su diversidad, por algunos rasgos comunes: se trata, en todos los casos, de personas que se reconocen a sí mismas en un género diferente al que les fuera asignado al nacer, o que incluso no se reconocen con ningún genero.

Este reconocimiento se acompaña además, por lo general, de la adopción de un nombre propio, así como de distintos rasgos expresivos asociados habitualmente al género o géneros con los que se identifican (tales como la vestimenta, el arreglo del cabello, el maquillaje, etc.) y de posibles modificaciones corporales a través de medios biotecnológicos específicos (en particular, la administración de hormonas y/o siliconas quirúrgicas o industriales).

Sin embargo, un rasgo común al que se enfrentan es el destino social que implica para quienes las encarnan –un destino que incluye, para una mayoría abrumadora de trans, el no reconocimiento jurídico de su identidad de género, la expulsión temprana del hogar, la incorporación al trabajo sexual, la exclusión radical de los sistemas educativos y de salud, de las posibilidades del trabajo y de la vivienda, la discriminación generalizada, la criminalización, el hostigamiento, la persecución y la violencia policial, la tortura, el asesinato, así como la indiferencia, la complicidad y el olvido de las sociedades que las ven aparecer y desaparecer cotidianamente.


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